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Recuerdos que duelen: cómo convertir las heridas emocionales en cicatrices indoloras

Hay emociones del pasado que lejos de desaparecer, nos lastran duranta toda la vida. No podemos eliminarlas, pero sí conjurarlas. Los expertos proporcionan claves y soluciones.



Artículo publicado por Antonio Orti

originariamente en la Vanguardia Magazine, junio 2021


Puede tratarse de cualquier cosa: de unos padres que no prestaron la atención que requería algún hijo, de la traición de alguien de confianza, de las burlas de los compañeros en el colegio... La cuestión es que algunos recuerdos, en lugar de convertirse en agua pasada, dan lugar a lodos cenagosos que siguen en el fondo de un lago de aparentes aguas tranquilas. Es lo que Anabel Gonzalez, psiquiatra y psicoterapeuta, llama tener “una herida emocional”.


Gonzalez acaba de publicar Las cicatrices no duelen (Planeta) para explicar que no importa lo mucho que sigan doliendo las heridas: “Si las destapamos, quitamos lo que las contamina y dejamos que el organismo vuelva a poner en marcha su capacidad para curarse, se convertirán en cicatrices. Y las cicatrices no duelen”, recuerda.


De algún modo, estamos marcados por nuestras cicatrices: “la señal en el entrecejo fruto de una caída en la primera bicicleta, la hendidura en una pierna de un accidente de moto, la protuberancia en la nuca. Son el mapa de la trayectoria que empieza cuando nos traen al mundo. A veces, pasamos la mano por ellas y todo está ahí: quiénes fuimos, en quiénes nos hemos transformado”, indicaba recientemente la cineasta Isabel Coixet.


Las heridas emocionales de la infancia se repiten en la edad adulta si no se les hace frente ”

No obstante, hay otro tipo de golpes y heridas que, aunque puedan pasar desapercibidas, siguen estando ahí, muy dentro, creando angustia en la zona del estómago. Por ser doctora en Medicina y ejercer en el Hospital Universitario de A Coruña, Gonzalez sabe que tapar una herida sin limpiarla no es buena idea y que, aun después de hacerlo, lo mejor es dejarla secar al aire.


De este modo, la herida se irá cerrando, dejará de doler y se convertirá en una cicatriz. “Las heridas emocionales no son muy distintas. Cuando algo nos daña, es importante que observemos qué nos está generando, cómo nos afecta y qué emociones nos hace sentir”, indica en su libro.


Sin embargo, son pocos quienes ventilan sus emociones. Al contrario, lo habitual es disimular que algunos recuerdos del pasado, por asociación, continúan manifestándose en el presente como si un viento lejano nos recordara porque somos como somos.

Las heridas emocionales no son muy distintas. Cuando algo nos daña, es importante que observemos cómo nos afecta, Anabel Gonzalez, Doctora y autora de 'Las cicatrices no duelen'

En Japón, al arte de recomponer lo que se ha roto se le denomina kintsukuroi. Según explica Tomás Navarro en El arte de curar heridas emocionales (Planeta), cuando alguna porcelana se hace añicos, los maestros kintsukuroi la reparan rellenando las grietas con un barniz o resina que se mezcla con polvo de oro, plata o platino, para resaltar de este modo la reconstrucción, porque una pieza reconstruida es símbolo de fragilidad, pero también de fortaleza. Es decir, está rota por fuera, pero entera por dentro.


Esta corriente estética del país del sol naciente también puede convertirse en un estilo de vida, afirma Navarro. A juicio de este psicólogo, cuando una persona se rompe (o una pareja o una relación laboral o lo que sea), también hay que recomponer las emociones.


¿Qué tenemos que hacer? Analizar qué ha pasado, aprender de lo ocurrido, sacar una conclusión y reparar lo roto para que no cause más desasosiego ( en este sencillo test, puedes comprobar como te sigue afectando algún evento, EIE-R adultos ) Pero no siempre analizamos el nudo emocional que nos oprime para ver cómo está hecho y poder deshacerlo, sino que construimos caparazones donde escondernos o contamos lo que pensamos que los demás estarán dispuestos a aceptar sobre nosotros.


No siempre analizamos el nudo emocional que nos oprime, sino que construimos caparazones donde escondernos

“Las heridas emocionales forman parte de eso que se llama vivir. Todos las tenemos”, explica Gonzalez, quien es autora también de Lo bueno de tener un mal día (Planeta). “No son necesariamente cosas terribles. A veces nos hacen daño pequeños arañazos en un mismo punto que acaban por generar una herida complicada”, detalla esta psiquiatra especializada en el tratamiento de los cuadros postraumáticos.


“En ocasiones estamos agotados, pero no somos capaces de ver los nudos emocionales que nos atenazan y lastran”, continúa. Algo muy característico es un problema que se repite, una situación en la que nos vemos una y otra vez y a la que no sabemos muy bien cómo hemos llegado.


“Un ejemplo clásico son algunas personas que, por una misteriosísima razón, siempre acaban eligiendo al mismo tipo de parejas, incluso aunque intenten evitarlo”, ejemplifica Gonzalez. “Esto puede venir del modelo de pareja que eran los padres o de las primeras relaciones de pareja”, apunta.


Curarse pasa por mirar la herida de frente y no avergonzarse. Ignorar nuestra historia familiar cuando éramos niños nos lleva a repetirla de adultos.
Cristina Cortés Psicóloga y autora de '¿Cómo puedo salir de aquí?'

Pero hay otros mil episodios del pasado que, al evocarlos, pueden generar, años después, emociones intensas.


Por ejemplo, si un niño tuvo la sensación de no ser suficientemente visto por sus padres durante su infancia, cuando se subía a los árboles y les gritaba para que admiraran lo valiente que era, explica desde Pamplona la psicóloga Cristina Cortés, es posible que luego, de mayor, siga teniendo la sensación de ser invisible en ocasiones para su pareja, sus jefes o sus amigos. “Cualquier curación pasa por mirar la herida de frente y no avergonzarse”, apostilla. “Ignorar nuestra historia personal y familiar cuando éramos niños nos lleva siendo adultos a repetirla”, avisa.


Cortés es autora de ¿Cómo puedo salir de aquí? y de Mírame, siénteme (ambos en Desclée De Brouwer). Durante su infancia esta psicóloga estuvo rodeada de contadoras de historias, lo que, tal vez, le ha llevado luego a utilizar las narraciones breves de ficción como parte de la intervención terapéutica que utiliza para explicar a los niños que a veces quedamos atrapados en callejones oscuros, aunque, en realidad, exista escapatoria.


“No hay que resignarse a creer que porque algunas cosas ocurrieron en el pasado, se tienen que quedar como están”, interviene Gonzalez. “No es que podamos cambiar el pasado, pero sí, en cambio, la forma en la que nos afecta”

La terapia EMDR explora los lazos entre el presente y el pasado, así como atenúa el malestar que producen las experiencias dolorosas

A tal objeto, Cristina Cortés y Anabel Gonzalez utilizan una terapia llamada Eye Movement Desensibilization and Reprocessing (EMDR), avalada por la OMS, para abordar trastornos de estrés postraumáticos.


Varios hospitales españoles, tanto públicos como privados, ofrecen este tratamiento, basado en los movimientos oculares, que ha sido utilizado con éxito, por ejemplo, por la canadiense Brie Larson, la actriz que dio vida a la Capitana Marvel y la ganadora de un Oscar a la mejor actriz por su papel en La habitación. También la usa el psicólogo Roger Salomon en el FBI y la NASA, así como algunos deportistas famosos.


Pese a estar validada científicamente y figurar en las guías clínicas internacionales, todavía falta mucho por descubrir sobre el funcionamiento de las emociones. Por ahora se ha comprobado que la terapia EMDR explora los lazos entre el presente y el pasado, así como atenúa el malestar que producen las experiencias dolorosas, lo que acaba facilitando que ciertos recuerdos añejos se reconfiguren de otra forma.



En el caso de Cortés descubrió el EMDR por accidente. Ocurrió que el vehículo en el que viajaba al poco de cumplir 19 años se estrelló. Sin saber muy bien cómo, aquel episodio le siguió generando ansiedad durante los 15 años posteriores, sobre todo cuando tuvo que sentarse en el asiento del copiloto de cualquier automóvil. “El EMDR propicia cambios neurofisiológicos relacionados con la forma de almacenar la memoria”, argumenta. “Siendo jovencita tuve un accidente a causa del cual perdí el conocimiento y acabé despertándome en el hospital”, relata. Para más información ver: Trauma y Resiliencia


“A partir de entonces, cada vez que me montaba en un coche y no conducía yo, sentía un nivel muy elevado de activación y ansiedad, ya que cuando sufrí el accidente iba sentada al lado del conductor”, prosigue.


“Cuando me sometí a la estimulación bilateral me empezaron a venir a la cabeza recuerdos de los que no era consciente, porque yo perdí el conocimiento. Me llegaba el sonido de la sirena de la ambulancia, el olor de los neumáticos tras derrapar y estrellarnos contra un tractor y muchos otros recuerdos sensoriales de los que no tenía noción, pero que estaban ahí, almacenados en mi memoria”, rememora.


“¿Qué me pasó después? Pues que luego de someterme al EMDR podía montar en el coche de alguien mucho más tranquila”, responde.


Cuando nuestras experiencias no han sido asimiladas por completo, las escenas se repiten una y otra vez

Un posible resumen es que no hay exploración más interesante que la de nosotros mismos. La banda sonora de esta película está formada por emociones que se plasman en sentimientos complejos. “Los subtítulos, porque se trata de una película en versión original, son las creencias que ponen nombre a lo que cada escena nos dice nosotros, sobre quiénes somos y cómo nos situamos frente al mundo.


Cuando nuestras experiencias no han sido asimiladas por completo, las escenas se repiten una y otra vez”, anota Gonzalez en Las cicatrices no duelen.


Pero, para vivir la vida como un viaje, conviene pararse a ordenar la mochila y sacar de ella todo lo que no nutra y proteja. Hay también que dedicar tiempo a restaurar el buen funcionamiento del vehículo que nos va a transportar, lo que implica deshacerse del peso innecesario para que algunas emociones adversas del pasado inmediato o pretérito no hagan que forcemos el motor o se conviertan en un palo que bloquea las ruedas.






Felix Larriba Catalán

Psicólogo-Logoterapeuta, actualmente escribiendo

el libro Psicoenergética y Medicina China con

acupuntura laser, método de salud e intervención

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